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En el “primer mundo”, ¿es todo tan bonito como parece? Vivo acá hace dos años y te cuento lo que quizás no sabías.
A nosotros los humanos nos encanta comparar. Ellos con nosotros, lo negro con lo blanco. El allá con el acá.
Ya sea en una entrevista, en una charla con amigos o en un intercambio de palabras casual en un café, siempre surge la comparativa de las que les vengo a hablar hoy: el primer mundo vs el tercer mundo.
Partamos de la base de que, si bien estos conceptos engloban una idea general de la que podemos darnos una idea, son terminologías que a veces navegan aguas grises, de definiciones blandas. Pero igualmente sabemos de qué hablamos cuando hablamos del primer mundo y sabemos de qué hablamos cuando hablamos del tercer mundo, asíque, sigamos…
Debo admitir que las primeras cosas que me sorprendieron de Inglaterra en mi primera visita allá por 2014 son esas que relacionamos con el primer mundo. Los autos frenaban en un cruce peatonal, la gente parecía respetuosa, te devolvían hasta un centavo de vuelto y no había nada de caramelos, los trenes salían a horario. Esas cosas.
Pero hoy puedo hablar desde otra perspectiva. Haber vivido dos años en Londres, haber sido ciudadano de la ciudad (valga la redundancia) y haberme codeado día a a día con la cotidianeidad me avalan a hablar con otras credenciales…